jueves, 20 de abril de 2017

Caminar /Marchar por la montaña

Para andar con eficacia, es importante que el cuerpo este entrenado por un ejercicio más o menos frecuente que aumente la capacidad de esfuerzo, aunque en un trek de varios días de duración la condición física se puede adquirir en las primeras jornadas de forma gradual. Marchar de manera razonable supone tener en cuenta además de nuestras fuerzas, el peso a transportar, la distancia a recorrer, la orografía de la zona por la que vamos a andar, la previsión meteorológica y el tiempo del que disponemos.
En efecto, no se debe caminar demasiado deprisa. Al empezar una marcha es mejor hacerlo despacio para ir rodando el cuerpo y sobre todo las piernas. Se pueden parar para descansar cinco minutos por cada hora de camino.
Prolongar más tiempo este descanso dificultaría el reemprender la marcha ya con los músculos fríos y duros. Existe una técnica llamada "paso de descanso", que se utiliza cuando el esfuerzo es tan violento, que tanto los músculos de las piernas como los pulmones necesitan de un tiempo de descanso cada pocos pasos. Un ejemplo: puede ser el habitual ascenso por una empinada pendiente. Podríamos descansar 10 segundos por cada 15 pasos. Esta técnica nos permite avanzar sin llegar a agotarnos.
El peso que transportamos es un factor que influye en la calidad de la marcha. Cada uno de los objetos que metemos en la mochila debe ser considerado con detenimiento y mentalidad practica. Debemos decidir si realmente lo vamos a necesitar, si no hay un sustituto más ligero, si podemos compartir algún objeto con otras personas etc.
Si la distancia que vamos a recorrer es importante, tendremos que plantear objetivos teniendo en cuenta el tiempo del que disponemos : llegar a una cima antes de la tarde para tener tiempo de bajar al valle antes de que anochezca etc., siempre teniendo en consideración el perfil de la ruta y posibles alternativas por si surgen contratiempos.
Debemos tener cuidado con los descensos ya que el peso recae sobre las rodillas y los tobillos y si los forzamos demasiado pueden inflamarse. En las bajadas pronunciadas es necesario apretar los cordones y llevar calcetines lo suficientemente gruesos como para evitar que el pie resbale dentro de la bota. Evitaremos así las ampollas y sobre todo las lesiones en las uñas, especialmente dolorosas. No descenderemos de costado excepto en algún tramo que sea necesario, ya que supone una tortura para la cadera.
Doblando ligeramente la rodilla al apoyar la pierna cuando estemos bajando por un terreno abrupto, reduciremos la sacudida. Esto descargara también parte del trabajo sobre los muslos, repartiendo de este modo el trabajo. Se aconseja el uso de uno o dos bastones de trekking, alivian el peso soportado por la espalda y nos ayudan a tener más estabilidad. Además evitan que la sangre se agolpe en las manos.
Los siguientes consejos son para excursionistas que se encuentran con paisajes nevados.
Los excursionistas lo llaman "plantar postes", que no es otra manera de describir la forma de andar sobre una gruesa capa de nieve. Es una manera agotadora e ineficaz. Cuando la nieve es muy profunda, hay que olvidarse de llegar rápido a algún lado. Trata de coger un ritmo: adelantar la pierna y pisar. Un par de bastones ayudan a mantener el equilibrio amenazado cada vez que pisas y te encuentras con algo inesperado como una piedra o tronco bajo la nieve.



Hielo.
En las laderas de algunas montañas, el hielo permanece hasta bien entrado el verano. Antes de aventurarse en una empinada ladera, comprobar a dónde irás a parar si te caes. Hay que olvidarse sobre la línea recta, a veces la mejor forma de ir de un lugar a otro es un gran rodeo. Si te ves obligado a cruzar el hielo y no tienes crampones, hay que esperar hasta que el calor del día lo haya ablandado y pueda hundir tus pasos en él. Naturalmente el hielo blando plantea otros problemas: en la época de deshielo es frágil y puedes hundirte hasta las rodillas en un punto débil. Pero es más seguro que resbalar y emprender una incontrolada caída cuesta abajo.
Si te ves obligado a ascender con crampones una ladera helada, anda a puntadas. Lo más eficaz es usar la rodilla como punto de apoyo y el pie como una bola de demolición. Da varias patadas a la ladera para cada paso. También puedes usar un piolet para tallar escalones en la ladera.
Bajar sobre nieve: el paso clavado.
Se parece a plantar postes, sólo que cuesta abajo. El peso se carga sobre el talón, con la pierna estirada. Evitar la tentación de ir demasiado deprisa. Podrías meter la pierna en un hoyo y, con el impulso que llevas, seguir adelante y rompértela.
Bajar sobre nieve: esquiar con las botas.
La idea es doblar las rodillas y deslizarse y correr alternativamente, echando tu peso de un lado a otro cuando notes que empiezas a perder el equilibrio. Una par de bastones son de gran ayuda.
Bajar sobre nieve: bajar sobre tu trasero.
El control es clave. La mayor parte de las mochilas contrarrestan la gravedad con la fricción sobre todo las de armazón externo, así si llevas la mochila bajarás por el carril lento. Los pantalones de agua de Gore-Tex se convierten en un bólido. Si la cuesta es larga y empinada, es interesante llevar un piolet para controlar y frenar. Nunca llevar crampones cuando bajes en tu trasero, lo más probable es que den contra la nieve o el hielo y acabes con una pierna rota. NO aconsejable este medio.

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