lunes, 15 de mayo de 2017

Protección para los Ojos

Antes de entrar en materia, no están de más unos conocimientos básicos acerca de las radiaciones solares que nos afectan, así como de los mecanismos de nuestros ojos para protegerse.

Los peligros de la luz
La radiación solar se compone de rayos electromagnéticos emitidos por el sol. Esta radiación se puede clasificar en tres tipos de rayos atendiendo a su longitud de onda.

La radiación ultravioleta (UV)
Es el elemento de la luz solar que provoca más daños en los ojos. Se descompone a su vez en tres clases, UVA, UVB y UVC. Los primeros son los responsables del envejecimiento prematuro del ojo; los segundos provocan alteraciones en la córnea, y los terceros, los de tipo C son los más potentes y son potencialmente mortales en exposiciones prolongadas. La radiación UV está siempre presente, incluso con tiempo nublado (siempre que sea de día, se entiende). Hoy en día, la mayoría de las gafas tiene protección contra los rayos UV, pero es recomendable asegurarse que cubran los tres tipos de rayos, es decir, protección 100% UV.

La luz visible
Es la cantidad de luz que percibe el ojo, que puede provocar sensación de ceguera o deslumbramiento. Si la exposición es prolongada, aparte de las lógicas molestias, ocasiona dolores de cabeza y pérdida de las facultades de visión. Incluso en casos de luz breve pero intensa, la retina puede llegar a dañarse.

Para proteger los ojos de la luz, existen las diferentes categorías, de la 0 a la 4.
La norma europea EN 1836:1997 establece cinco categorías para los cristales en función de la cantidad de luz que filtran, y por tanto, del grado de protección que ofrecen.

Categoría 0: Uso estético. Cristales transparentes o ligeramente tintados.
Categoría 1: Para luminosidad solar tenue. Dejan pasar el 80% de la luz.
Categoría 2: Para luminosidad solar media. Aspecto medianamente tintado. Dejan pasar el 43% de la luz
Categoría 3: Luminosidad solar fuerte. Cristales oscuros. Dejan pasar el 18% de la luz.
Categoría 4: Luminosidad solar excepcional. Aspecto muy oscuro. Dejan pasar entre un 3 y un 8% de la luz. No aptas para conducción de vehículos.

Los rayos infrarrojos (IR)
Son los que provocan la sensación de calor, los que nos queman. Los medios transparentes del ojo, debido a su composición acuosa, absorben los infrarrojos, existiendo el riesgo de que la córnea se recaliente peligrosamente.
En todos estos casos, el sol ejerce su efecto con mayor potencia cuanta menos resistencia encuentre en la atmósfera (nubes, niebla, etc.) y cuanto más alto nos encontremos sobre el nivel del mar (el índice UV aumenta un 10% por cada mil metros ascendidos)

La superficie contra la que reflecte sus rayos tiene también muchísima importancia; así, no es lo mismo el reflejo sobre la nieve (reverbera el 85% de la luz), que sobre una superficie como podría ser tierra o hierba. (Reverbera un 15% de la luz)
La norma europea habla acerca de las categorías de protección contra la luz visible (categorías) pero no dice nada acerca de los rayos infrarrojos. Una buena gafa debería cubrir al menos el 50% de los rayos infrarrojos que recibe el ojo.

El ojo humano
Más del 80% de la información que recibimos lo hacemos a través de los ojos.
El ojo humano filtra de manera natural una parte de los rayos provenientes del sol. El cristalino absorbe una parte de los UVB y el 95% de los UVA. La córnea, por su parte, absorbe una parte de los UVB, y los rayos infrarrojos.

Las defensas naturales de nuestros ojos son efectivas, pero lógicamente, no son suficientes en condiciones de exposiciones extremas o prolongadas. Además de los mencionados daños físicos, la radiación solar desempeña un papel clave en el envejecimiento del cristalino.
Como curiosidad, y en contra de la creencia popular, el color de los ojos no influye tanto como se creía en la tolerancia a la luz del individuo. Los ojos claros, al estar menos pigmentados, dejan pasar más cantidad de luz, pero en realidad, la sensibilidad a la misma varía en función de la fatiga muscular, la tensión nerviosa o los defectos de la vista mal corregidos.

¿Qué ofrecen las gafas? 
Lo primero que debemos fijarnos al elegir la gafa es si ofrece protección UV. Cómo explicamos anteriormente es importante que el cristal filtre el 100% de los rayos UV, radiación que, no debemos olvidarlo, está presente aunque no exista luminosidad solar.
Esto quiere decir que incluso una gafa de categoría 1 o 2, que en principio parece no tener efectos protectores, también debería contar con protección 100% UV.

La protección contra la luz visible se mide por la categoría de cristal. Las categorías bajas van bien para condiciones de niebla, o luminosidad baja, en pistas de esquí, por ejemplo. Se aplica mucho a las máscaras de ventisca, pero no hay que olvidar que en condiciones de luminosidad importantes, la categoría 1 o 2 que suelen montar las máscaras suele ser insuficiente, y más aún en el caso de los niños. Las categorías bajas suelen presentar tonos anaranjados para potenciar la visibilidad, mientras que las categorías más altas son, lógicamente, más oscuras.

Otro elemento que se debe tener en cuenta es la polarización de los cristales. Cuando un rayo de sol choca con una superficie plana, como el cristal de un coche, la superficie del agua, nieve, etc. se descompone en miles de rayos, que nos provocan un efecto de deslumbramiento o vista borrosa (por ejemplo en el agua, o conduciendo por carretera con claros y sombras) El cristal polarizado vuelve a recomponer los miles de rayos en uno solo, y nos da mucha más nitidez de visión.

El cristal de la gafa no tiene porque ser precisamente de este material. Los cristales que todos conocemos son los minerales, los que se astillan al romperse. Las gafas, al igual que los parabrisas de los coches, están fabricadas para que en caso de rotura no salten las partículas y nos dañen los ojos.
Pero las gafas más modernas empiezan a innovar introduciendo cristales a base de policarbonato (sintéticos), o como la tecnología NXT, que se fabrica sobre un principio de colada de resina moldeada en vidrio.
Los cristales sintéticos no se rayan, son totalmente irrompibles, y pesan menos que el cristal mineral.
Hace unos años, la calidad óptica de los cristales “de laboratorio” era inferior a la del cristal mineral, pero hoy en día esto ha cambiado considerablemente.

Características avanzadas
Existen modelos avanzados en el mercado que ofrecen una serie de características extras para ofrecernos prestaciones adicionales.
Existen cristales que se adaptan automáticamente al nivel de luminosidad reinante. Cambian solos de categoría, de modo que podemos usar la misma gafa en una actividad saliendo de noche, pasando de una mañana de niebla a una tarde soleada en terreno nevado sin tener que cambiar nunca de gafa o de cristal. Son los llamados cristales foto cromáticos.
Otros tratamientos a destacar son los tratamientos antirreflejos y anti vaho, que en la mayoría de los casos son tratamientos químicos que se aplican al cristal en el exterior.
Esto quiere decir que hay que tener cuidado al limpiar las gafas, y no usar productos abrasivos si no queremos eliminar los tratamientos.

El efecto espejo, que se puso de moda hace años, es más que un simple adorno estético. Es un filtro más contra la radiación de los rayos, puesto que los repele y evita deslumbramientos.

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